Si es demasiado baja provocará un desgaste irregular por la parte externa del neumático y reducirá la superficie de contacto.
Circular con una presión inadecuada de los neumáticos, además de ser un peligro para la seguridad vial, supone un gasto extra de combustible y más emisiones de CO2 a la atmósfera. En este sentido, la presión de los neumáticos es uno de los factores clave que afecta al desgaste y envejecimiento prematuro de los mismos, ya que una presión excesiva provocará un mayor desgaste por la parte central del neumático, además de reducir la superficie de contacto con el asfalto y por consiguiente reducir también el agarre, mientras que por el contrario, una presión demasiado baja, provocará un desgaste irregular (esta vez por la parte externa del neumático) y reducirá la superficie de contacto.
Dado que el neumático es uno de los elementos de seguridad más importante del vehículo, siendo el único nexo de unión con el asfalto, mantenerlos en buen estado resulta fundamental, ya que al estar en contacto directo con la carretera, sufren mucho desgaste, según la Asociación Nacional de Distribuidores e Importadores de Neumáticos
Por ello, aconsejan circular con la presión en los neumáticos que recomienda el fabricante del vehículo, ya que supone un ahorro de hasta un 10% de combustible, además de alargar la vida útil de los mismos, incrementando su kilometraje aproximadamente un 3,3%.
Por otro lado, también recuerdan que un neumático desgastado o por debajo del límite legal, deja de cumplir su función y pone en peligro nuestra seguridad y la de los demás, ya que el agarre disminuye y aumenta la distancia de frenado, multiplicando el riesgo de sufrir patinazos o el temido aquaplaning. Por último, por seguridad, por ahorro y por ecología, ADINE aconseja siempre a los conductores llevar a cabo una revisión mensual de los neumáticos en un taller especializado.